martes, 20 de diciembre de 2016

El silencio de los horrores: el desenlace

Después De aquello todo cambió, el equilibrio de poderes había caído hacia el otro lado como un balancín y amenazaba con quedarse ahí. La ciencia había ganado al puño y Fred merodeaba por la universidad con más pena que gloria, pero ese era el menor de sus problemas, cada vez que desconectaba o que se quedaba solo no podía gozar de un rato de silencio a solas con sus pensamientos. Aquellos ruidos internos le perseguían como su sombra en un día de mucho sol.
Días y días pasaban sin poder conciliar el sueño con esos escalofriantes sonidos que se apoderaban de sus pesadillas. Ni siquiera los psiquiatras sabían qué hacer, había desarrollado una extraña claustrofobia a estar encerrado consigo mismo, pero, tras una semana…. Encontró la solución.
Eran las 10 de la noche y Cornelius descansaba tranquilamente tras un largo día. Estaba ya casi quedándose dormido delante de la televisión cuando, de repente, sonó la puerta con un terrible estruendo, parecía una tormenta pero entonces volvió a sonar una segunda vez aún más fuerte. Cornelius se levantó sobresaltado y abrió
-      ¿Fred? ¿Qué demonios haces aquí?
-      ¡Hola Necos! Imagino que soy la última persona a la que querías ver. -Dijo con un aire desquiciado en su mirada
-      Es tarde, no deberías estar aquí. ¿Qué quieres?
-      Has arruinado mi vida y como te dije ahora yo voy a destrozar la tuya.
-      ¿A qué te refieres?
-      ¡A la cámara, tu maldita cámara me ha costado la cordura! No logro sacarme esas voces de la cabeza. Pero hoy acabaré con ellas y te arrastrare conmigo
-      Vale Fred, creo que estás muy alterado, podemos hablarlo mañana tranquilamente.
-      No puedo esperar a mañana, va a ser ahora, me apuñalaré con uno de tus cuchillos y al ver que tiene tus huellas te pasarás la vida encerrado. Morirás en la cárcel, el final de una prometedora carrera de un genio que fue consumido por el éxito. –Exclamo Fred ya jugueteando con el cuchillo entre sus manos.
-      Mira, se que en el pasado hemos tenido nuestras diferencias pero si de verdad te he causado todas esas molestias me disculpo sinceramente y haré lo que sea para que te recuperes. – Decía mientras caminaba muy despacio por la estancia acercándose a la mesilla.
-      Esto ya no tiene arreglo, me voy a ir a lo grande de este mundo sabiendo que tu vivirás para contemplar tu miseria
En ese momento Cornelius agarró el jarrón de la mesilla y se lo tiró a la cabeza Fred, este evitó el impacto tapándose con los brazos y en ese segundo de confusión Necos se le lanzó encima tratando de arrebatarle el cuchillo. Juntos el uno al otro por la empuñadura de aquel arma iban pegándose golpes con las paredes y objetos de la estancia, cuando un puñetazo de Fred le zafó definitivamente, momento que aprovechó para salir corriendo hacia la terraza. Necos se levantaba como podía tras aquel golpe que le había dejado sangrando la nariz.
-      Se acabaron los juegos, lo haré aquí con estas estupendas vistas a la calle para que lo disfruten tus vecinos más trasnochadores cuando se asomen.
Cornelius salió corriendo y antes del fatídico final de su compañero le agarró del brazo, trataba de compensar la fuerza de su rival, pero un cerebrito como él poco podía hacer contra un atleta y más cuando este aprovechaba la fuerza de la barandilla en su favor. La delgada hoja del cuchillo ya le estaba rozando el estómago cuando la barra de la barandilla cedió y ambos cayeron al vacío.
Es curioso como el destino caprichoso juega sus cartas, aquella caída desde el primer piso con un poco de fortuna no debería de haberles costado la vida pero así lo hizo con ambos… al menos de diferente manera.
Cornelius Cosby (alias necos) aunque sobrevivió a la caída murió una hora más tarde cuando era trasladado al hospital.
En cuanto a Fred, consiguió sobrevivir a la caída y nadie le ha vuelto a oír hablar de las voces, sin embargo, en el centro de discapacitados de Wisconsin todo el mundo habla del mismo hombre, un chico joven postrado en una cama, sin la capacidad de hablar y que solo puede mover la cabeza, si vas a visitarle comprobarás que tiene unas grandes ojeras y lo ojos inyectados en sangre como tratando de decir algo de lo que jamás nos enteraremos. Nadie podrá saber de qué se trata y aunque en aquel gran cuarto casi nunca entra nadie, por desgracia para él, jamás está solo, ni siquiera consigo mismo.
FIN

Como ya dije al principio de este relato esto es solo una historia ficticia, pero basada en hechos reales, en mí universidad tuvimos la oportunidad de entrar a una aunque con la puerta abierta solo notamos como los sonidos se atenuaban, aparte, para los que quieran satisfacer su curiosidad científica aquí está la noticia que me inspiro:


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