martes, 19 de septiembre de 2017

Unas cervezas....y poco mas

Si hay algo que te puede alegrar o fastidiar un día, es el hecho de tener que hacer tus quehaceres o recados y ser atendido por un buen profesional de ese sector. Con ello me refiero a cualquier cosa imaginable: abogados, médicos, profesores, banqueros, panaderos, camareros, chapistas etc. Nada más reconfortante que ver a alguien que a pesar de que tiene que trabajar para ganarse el pan, disfruta con lo que hace (o al menos si no es por vocación, no demuestra que lo haga a disgusto). Aquí en España (en el resto de mundo no sé, si es así dejarme vuestras opiniones y comentarios) se da un suceso muy curioso, y es el hecho de encontrar gente muy simpática y agradable, pero, que, en cambio, hace de pena su trabajo. Eso se traduce en la gran frase: “esa persona es perfecta para irse con ella a tomar unas cervezas”.
Para que os hagáis mejor una idea de lo que digo, os voy a poner algunos ejemplos de personas…de este tipo con las que me he topado en los últimos años:
-          Médicos: si hay un sello de calidad para saber si un médico es bueno, es presentarse en su consulta un día cualquiera y ver cuánto tiempo tienes que esperar. Es una proporcionalidad directa, cuanto más esperes probablemente más bueno será, o al menos, más atento y paciente será con sus pacientes (valga la redundancia). Hecha esta introducción aclaratoria diré que el primer día que me tocó ir a mi nuevo doctor, sobre las 11:00, aparecí a las 10:55 por la sala de espera y a las 11:00 no es que entrase…. Es que ya había salido.
El hombre era simpático y campechano, sin embargo, apenas observaba, si ibas medio recuperado de algo te decía que ya no había motivos de mandar ningún medicamento nuevo (vamos que aplaudía que te automedicases y le hubieses ahorrado trabajo) y si te detectaba algo, tenías que someterle a un interrogatorio, pues de lo contrario prácticamente te escupía la receta y te largaba como una máquina de tabaco sin darte ninguna indicación. Por lo demás seguro que para tomar unas cañas era de lo más salado, el problema es…que si vas al médico es para curarte no para reírte.
-          Profesores: si hay una asignatura que deberían enseñar a cualquiera que quiera (o tenga por narices, como sucede en la universidad a las personas que se dedican a la investigación) ser profesor, es la de psicología. Cuando tienes que tratar con mucha gente durante todo el año en un ambiente agotador para todos, es necesario inspirar un poco de confianza para que los alumnos no vayan a disgusto.
El profesor en esta historia era un hombre muy divertido, siempre sonriendo y con algún chascarrillo y maneras que recordaban mucho al humorista español José Mota, en cambio, su manera de enseñar distaba de ser la mejor, solo leer transparencias y nada de ejercicios. Hasta ahí está la parte pasable, aunque parezca que es lo malo.
Para meteros en situación: en una asignatura teníamos que hacer grupos de 4 y en cada examen le recogía ese examen a uno del grupo y la nota que esa persona sacase era la que tendrían todos los miembros de ese grupo. Una manera perfecta de crearse enemigos si se te atragantaba la materia, cosa, que fue mi caso.
Después de 2 exámenes y 2 suspensos que me recogieron a mí, ya sentía los cuchillos del resto de mi grupo a mi espalda, así que decidí decirle al profesor que me dejara solo para que así fuera responsable de mí mismo y pudiera continuar con la asignatura sin tener el sentimiento de culpa de que podía arruinar por completo al resto de mi grupo. La frase que me dijo vino acompañada de la cara que muestra la foto a continuación:

“Puuuues o dejas la asignatura o jodes a tus compañeros”

Obviamente me vi obligado a dejar la asignatura (cosa que meses después agradecí) pero juro que en la vida me habían hecho sentir tan miserable, en este caso si que me tomaría unas cervezas gustoso, aunque iría yo a la barra y puede que una de las dos jarras llevara 20 gotitas de laxante, no diré cual  ja ja ¡¡sorpresa!!

-          Padres: aunque esto se desvíe de la categoría de “profesionales” en cierto modo tiene que ver por la clase de profesionales que saldrán para el futuro con la clase de padres que hay por ahí.
Este tipo de padres se le ve a la legua, tengan 30, 40 o 50 años intentan ir de “guays” por la vida. Son los típicos que les ríen todas las gracias a sus hijos, digan palabrotas o los insulten y que luego cuando crecen se quejan de que les han salido rebeldes y que no saben porqué, echándole la culpa a la televisión o a YouTube (por ejemplo, la cosa es echar balones fuera), sin embargo, no ejercen nunca de figura de autoridad. Así luego acaban saliendo jóvenes maleducados, engreídos y con tantas carencias que necesitan meterse con el resto para sentirse bien. Pero el tema del bullying es algo que se escapa de las competencias de este post, así que mejor no me desvío del tema.
Aquí no tengo ejemplos concretos porque no hace falta, se ven a simple vista, y si no, contad a partir de hoy cuantos días os hacen falta para encontrar algún niño pequeño, de cómo mucho 10 años, que insulta o hasta pega a sus padres en público sin que estos hagan nada.

En fin, como estos ejemplos seguro que habréis conocido muchos más en cualquier otro lugar o profesión. Aquí por lo menos en España…ser agradable y buen profesional no son cosas que necesariamente vayan unidas de la mano.
¿Con qué otros casos semejantes os habéis encontrado?