lunes, 28 de noviembre de 2016

El silencio de los horrores: primera parte


Muchas son las cosas que tomamos a la ligera en esta vida y con el tiempo pueden convertirse en nuestras peores pesadillas, esto es lo que le pasa al personaje de este relato que tiene su parte de fantástica y su parte de real.
Hace mucho tiempo en una universidad de Estados Unidos en una de las residencias vivía un estudiante atípico para esa zona, iba a clase, nunca se emborrachaba, salía lo justo y no de fiesta, ni siquiera bajaba a la playa los fines de semana a desfasar con sus amigos ya que tenía que trabajar para costearse sus estudios. Se podía decir que era una persona que se encontraba muy enfocada en sus estudios de física y ya por suerte aún con mucho sufrimiento a sus espaldas los estaba terminando.
En el lado opuesto estaban los de los clubs deportivos los llamados “atletas”, juerguistas, gamberros y con poco sentido del deber, solo pasaban por la biblioteca el día antes de los exámenes y el resto del tiempo si allí se encontraban era para chulearse delante de las chicas o para reírse de los que allí estaban trabajando, la cuestión era nunca callarse y no valorar la paz y el silencio. Eso era algo que a nuestro amigo Cornelius Cosby(o Necos como le llamaban sus amigos) no le gustaba nada, ya llevaba varios años lidiando con ello, con las burlas, los insultos y estaba al límite.
No obstante era tiempo de celebración, después de varios meses de trabajo su proyecto estaba casi listo, se trataba de una sala capaz de absorber en su totalidad la reflexión de las ondas acústicas o electromagnéticas en cualquiera de las superficies que conformaban la sala ( suelo, techo, paredes) y a la vez esta se encontraba aislada de cualquier ruido que se produjera en el exterior, él y sus profesores bromeaban con la idea de detonar una granada dentro y preguntar a cualquiera de la universidad al cabo de unos minutos si habían escuchado algo, pero por muy bueno que fuera el proyecto las subvenciones no incluían armamento militar, además que era una salvajada pensar en algo así, el invento no era un juguete y en malas manos podría ser fatal.
-          Cornelius esta sala es fascinante, estoy seguro de que en el futuro se podrán llevar a cabo multitud de desarrollos prácticos y aplicaciones, es una alegría contar con una mente tan brillante como la tuya.
-          Gracias es todo un honor, de todas formas ¿no le gustaría que cerrásemos la puerta un momento y así comprobara el efecto de atenuación completo?
-          Seguro que sería una experiencia fascinante pero el hecho de llevar aquí 5 minutos gritando y que apenas se nos oiga me está alterando un poco, es demasiado agobiante para mí, pero no te preocupes porque la matrícula figurará en tu expediente, ya puedes poner la patente en marcha para que no te la quiten.
Tras ello el profesor salió corriendo a su despacho, era increíble la sensación al salir, de nuevo todos los sonidos estaban ahí nada pasaba desapercibido.
Todo había salido a pedir de boca Cornelius, por primera vez en mucho tiempo se sentía realizado….. Pero esta alegría le duró poco, apenas un día después cuando llegó para enseñarle de nuevo su gran invento al tribunal se encontró que la cámara había sido mancillada tras lo que parecía una gran fiesta: litros de cerveza vacíos, papeles, cajas de pizza y un montón de pintadas con spray recorrían las paredes
-          Nos habían hablado de este gran avance y veníamos con verdaderas ganas de saber a cerca de su proyecto, pero esto me parece una falta de respeto y una pérdida de tiempo considerable, le daremos un día para arreglar todo esto y presentarlo mañana, pero no espere ser puntuado de la misma forma, hasta mañana.
La rabia le comía por dentro, sabía perfectamente quien era el personaje que había dejado su sello en su gran obra y por primera vez en mucho tiempo estaba deseando tomar medidas, no iba a ser usando la violencia, lo haría a su manera usando la ciencia y satisfaciendo una curiosidad que tenía desde que acabara la investigación.
Esa misma noche después de volver a reparar los desperfectos se citó con Fred, su matón particular delante de la sala, este llegó como siempre altivo y con una risita delatora
-          Veo que ya has descubierto mi pequeña jugarreta, esa salita que te has montado es genial para montar fiestas, no veas lo alta que estaba la música y por primera vez no nos dieron la brasa los seguratas, no te quepa duda de que la usaremos más adelante
-          Si crees que me vas a amedrentar como hasta ahora estás equivocado, llevo mucho tiempo trabajando en esto y si no quieres salir mal parado te aconsejo que te mantengas al margen. Dijo Cornelius con la mirada perdida hacia ninguna parte
-          Vaya, el empollón va a sacar sus uñas de gatita¿ o qué? Creo que no te has dado cuenta de la pirámide jerárquica que hay aquí, aquí mandamos los atletas y como creo que se te ha olvidado te voy a dar una paliza para refrescarte la memoria
-          ¡Ven a buscarme!
Fred corrió a abalanzarse sobre Cornelius y cuando estaba a punto de alcanzarle la habitación quedó a oscuras, el abusón estaba muy confundido no oía pisadas ajenas
-          ¡Sal de ahí cabrón te voy a matar!
Pero apenas se oía así mismo y se dio cuenta de que estaba pasando…. Estaba dentro de la cámara, busco como pudo en la penumbra las paredes para ver dónde estaba la puerta pero cuando la había encontrado esta se cerró en sus narices.
Las luces volvieron, en el suelo había una nota…
“Te has pasado todos estos años fastidiando a la gente, riéndote de ellos, amenazándoles y todos por miedo nos manteníamos en silencio, creo que es el momento de que cambiemos los papeles ¿crees que podrás aguantar una hora en completo silencio?
BIENVENIDO A LA CÁMARA ANECOICA
PD: grita cuanto quieras porque nadie podrá oírte, ni siquiera tu mismo”


CONTINUARÁ