lunes, 10 de octubre de 2016

La fábula del pez volador: el desenlace

…… y comenzó la revancha
Al día siguiente el pez hizo su lista de objetivos y se puso manos a la obra, lo primero que hizo fue estudiar física: dinámica de cuerpos, tiro hiperbólico etc. Para ver de qué manera podía lanzarse y llegar más alto , luego se diseñó un traje burbuja con el que ir siempre sumergido y obtener el oxígeno que la última vez le había faltado , para lo demás pidió ayuda a sus amigos, con las uñas cortadas del zorro se diseñó unas zarpas que en nada tenían que envidiar a las de Lobezno, estas las incorporó a unas manos que pudo fabricar en base a un diseño idéntico al de las manos del mono con pulgar incluido para un mejor agarre y el pájaro le ayudó a aprovechar las corrientes de aire para que no le tiraran hacia abajo y tuviera que hacer menos fuerza en determinados momentos.
Y así iban pasando los días nadie sabía que pasaría, había nervios por todo lo que había en juego pero nuestro pez nada más podía hacer había exprimido sus límites contradiciendo un montón de leyes de la naturaleza y estaba al final del camino.
El día del examen le costó horrores dormirse pero entre sudores fríos y pesadillas consiguió descansar y así se levantó pletórico de nuevo frente al árbol, esta vez ya sabía qué hacer, era lo que llevaba preparándose todo el verano, sin embargo, no las tenía todas con él, nada más llegar el león se hizo un silencio atronador y presentó la prueba
-          Como sabes hoy repetirás la prueba del árbol, pero como ya la tendrás super entrenada le vamos a dar una vuelta de tuerca, y subirás por esta secuoya, no deberías de tener problema.
La mente del pez solo retenía odio pero por fuera esbozaba una sonrisa confiada para no dar el gusto a su examinador de verle sufrir ni por un instante. Salió con su traje buscando la primera piedra que le pudiera servir como looping y echó a rodar, raudo y veloz salió disparado y aterrizó en el árbol con fuerza, cerca de él había sonado un ruido extraño pero no había tiempo para detenerse a examinarlo, cual felino hincó las uñas y empezó a subir, ritmo constante y respiración controlada, todo iba perfecto ya solo le quedaban 5 metros y lo habría conseguido pero…. Las cosas no siempre son como queremos.
Las garras ya apenas se clavaban en el árbol y lo que era peor ya había descubierto el origen del ruido al empezar a subir, la escafandra con el golpe se había resquebrajado y después de tanto tiempo estaba a punto de romperse dejándole como mucho con 1 o 2 minutos de oxígeno a lo sumo. Subió un metro más ya solo quedaban 4 y cuando la meta ya se vislumbraba a un golpe de vista el cristal dijo basta y se rompió en pedazos, todos sus amigos abajo lloraban al ver caer su traje e imaginarse que el vendría con un retardo de unos pocos segundos, pero…. No era así.
El halcón con su gran vista miró arriba y le localizó en una de las ramas y entonces recuperaron la fe, ya sin manos sin aire sin nada el pez se agarraba fiero a lo único que le quedaba  a base de saltos y mordiscos iba balanceándose y lanzándose de una rama a otra consiguiendo llegar hasta el final del recorrido, aunque ahora quedaba lo más difícil, ya casi ahogado desde una distancia enorme debía conseguir en pocos segundos encontrar una manera de regresar a su hábitat codiciado o se asfixiaría, ayudado de las pocas fuerzas que le quedaban aleteando fue acercándose a una de las ramas mas finitas y flexibles, tiró de ella para hacer una catapulta sobre la que subirse y con el último suspiro la soltó y dejó que la gravedad obrara el resto.
Cuando parecía toda esperanza perdida los que abajo esperaban vieron un reflejo que volaba metros y metros más allá de donde ellos estaban en una parábola perfecta inerte y sin vida que se precipitaba sin control dentro del lago para hundirse como si de una piedra se tratara.
No había ya nada que hacer la gran hazaña del valiente pez volador quedaría para ser recordada sobre su lápida, ya solo quedaba de él esa última ondulación en el agua y un par de burbujas….un momento ¿burbujas?
Como si de un huracán se tratara el ávido pez dio un brinco en el agua, había vuelto desde los infiernos para recordar a todos la brillante lección que había dado, no importaban las limitaciones, jamás nadie le haría sentir un inútil, demostrando que con esfuerzo, todo tu potencial y el hacer buena piña combinando lo mejor de la gente que te rodea se pueden alcanzar cotas que solo están al alcance para aquellos pocos que estén dispuestos a jugarse la vida en el intento.
Aunque por otro lado siempre habrá alguien que justo cuando creas que has tocado techo te lo levantará un poquito más.


¿CONTINUARÁ? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario