Hola, mi nombre es Frank Williams y soy un HSAA, o lo que se
conoce vulgarmente hoy en día como un humano sin aptitudes aprovechables.
Cuando las máquinas llegaron todo eran risas, ya no había
que deslomarse en almacenes cargando cajas o estar en una ventanilla cobrando
el peaje. Se eliminaron trabajos malos que no quería nadie para desatar algo
peor…un paro creciente que en breve superará el 70%.
Había muchas profesiones con las que ganarse la vida, solo
había que levantarse temprano abrir un bar o una panadería y estar desde
temprano preparando los manjares que se servirían el nuevo día. Pero no se
puede competir con máquinas con autonomías de 24 horas y que cargan en 3. Lejos
quedaron esos móviles que se descargaban con solo mirarlos.
La sociedad de hoy en día está compuesta por 3 tipos de
personas: los HSAA que cobramos una pensión vitalicia de 600 euros (menos
cuantos más miembros de familia haya) que somos los pobres, los muy ricos o
personas que desarrollan profesiones aún útiles que no pueden ser sustituidas
por robots como médicos, ingenieros o deportistas de élite (estos últimos son
los que proporcionan el pan y circo) y por último los de humanidades y ciencias
sociales gente del primer grupo que intenta salir de su condición de pobre con
una idea: un buen libro, guionistas de series o
actores de teatro que con ese talento natural intentan mejorar su
condición, ya que aún se desconoce la manera de imitar ideas, pensamientos o
sentimientos.
La situación parece crítica pero cada día que pasa se pone
peor, mucha gente existe aún que se dedica a la reparación de las máquinas o a
inventar otras nuevas, aunque en breve esta gente podría quedar obsoleta ante
la nueva revolución: robots creando robots, arreglando a otros o lo que es más
sorprendente arreglándose a si mismos. Como aquella persona que se toma un
paracetamol cuando le duele la cabeza sin ir al médico, pues ya se conoce y
sabe como combatir ese mal, es de locos.
Como todos los viernes me dispuse a entrar en la cafetería
de la ciudad, me pillaba a una hora de camino, y coger el transporte público
era algo que se me salía del presupuesto (imaginaros ya tener un coche propio,
que no conducir, pues con los coches autónomos de nueva gama con tan baja tasa
de accidentes, el hecho de imaginarse un ser humano conduciendo es igual que un
elefante entrando en una cacharrería). La peculiaridad de esta cafetería
respecto a otras de mi zona para que me diera por hacer un viaje semejante era
el toque humano, es decir, camareros y gente detrás de la barra cocinando,
sirviendo y con ganas de interactuar con los clientes más allá del: “que desea”
y el “gracias vuelva pronto”. No existían ya muchas y las que había
generalmente eran de gente adinerada que se podía permitir tener a gente a su
cargo y que además se sentía nostálgica por sentir una parte del pasado en su
rutina.
Últimamente estaban ganando popularidad, sobre todo tras el
reciente escándalo de aquel niño alérgico a la lactosa que por poco muere en su
cumpleaños al llegar el robot con unos batidos que eran prácticamente leche
pura, después de especificarle claramente la enfermedad del chico, pero es lo
que pasa cuando el ingeniero programador no introduce todos los casos en la
memoria del robot, que ante determinadas situaciones no responden con el
sentido común de cualquier persona.
Estaba ya casi llegando, dando brincos de la emoción de
poder tomarme un café calentito después de soportar el frío y el viento durante
tanto rato, pero, al doblar la esquina, encontré un panorama desolador. La
policía robótica estaba expulsando a los trabajadores y clientes del local y
precintándolo todo con cinta.
Me acerqué a una de las camareras amiga mía y le pregunté:
-
Hola Kelly, ¿qué está pasando?
-
Hola Frank, veo que no has tenido oportunidad de
ver el telediario aún ¿verdad?
-
Pues, lo cierto es que no. Ya sabes que los
viernes vengo a tiro hecho según me levanto.
-
Resulta que finalmente se ha aprobado la nueva
ley de regulación del trabajo, que dice que cualquier profesión realizada por
robots queda prohibida de remuneración para cualquier humano, y que cualquiera
que infrinja esta norma será penado de cárcel, así que podemos despedirnos del
mundo tal como lo conocemos. Si es que alguien aún podía reconocer este mundo.
Otro cambio más, otro paso para
las máquinas en su camino de construir y llevar el mundo gracias al empeño de
los gobernantes.
-
No se aun lo que haremos Kelly, solo sé que
unidos todos revertiremos la situación, Ypues han cometido el error de retar a
una sangrienta partida al hombre que inventó el juego.
CONTINUARÁ………………
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