domingo, 19 de marzo de 2017

El porqué de las cosas

Hubo un visionario en los años 80 al que se le ocurrió que el mejor día de la semana para dar malas noticias, era los viernes. Ya fuera en política o en el trabajo.
A esta parte de mi vida, la llamo incertidumbre….
Y en mi familia no fuimos menos. Hará cosa de un año y medio, en lo que recuerdo como el Halloween más escalofriante desde que era niño. Mi padre nos reunió en el salón y nos dijo que le habían despedido. El ERE atacaba de nuevo y en el peor momento, pues, cuando esto sucede pasado a los 50 te haces 2 preguntas: ¿por qué no 10 años antes? ¿Por qué no 10 años después?
A los 40 aún eres un “jovenzuelo” como quien dice y a los 60 alargando un poco el paro, con cabeza, te puedes hasta jubilar. Sin embargo, a los 50 las empresas no paran de recordarte que estás demasiado viejo. Aún así, día tras día te encuentras cientos de padres de familia en el transporte público buscando el sustento para sus hijos. Muchas veces nos da por pensar que son estafas, pero ¿qué persona en su sano juicio se recorrería la ciudad con instrumento en mano cuando podría estar tocándolo cómodamente en su casa?
Lo cierto es que llegado el momento te quedan 2 opciones: ser el ratón que llora porque le han robado su queso y quedarte sentado esperando a que te llueva otro por arte de magia o seguir dando vueltas por el laberinto para encontrar uno nuevo.
Mi padre no fue menos y como dice ese pasaje de la Biblia: “Al tercer día resucito”
Ese lunes cuando me desperté temprano para ir a la universidad pase por el salón y vi luz, era mi padre estudiando inglés y mi madre con él trayéndole un café que decía entre líneas: “estamos todos juntos en esto”.
No es fácil cambiar tu rutina quedándote en casa y no por gusto o enfermedad, sino porque la situación te obliga. Con los años es más difícil adaptarse a lo nuevo o a un rechazo continuo de los jefes que no paran de recordarte que no sirves, que buscan a alguien más joven, o con competencias que tú no tienes, porque, aunque te intentes adaptar, al estar en un mismo sitio tanto tiempo terminas por especializarte en ciertas cosas.
Uno debería pensar, pues ala hemos acabado ¡QUÉ PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR!
Pero él no es de esos, a día de hoy sigue mirando sigue buscando cosas que aprender, de hecho hace meses se metió a un cursillo por internet sobre codificación de páginas web. Era muy exigente y le quitaba muchísimas horas, tantas que hasta mi madre le decía que parase porque estudiaba más que yo. Costándole muchísimo porque él no es así, lo tuvo que dejar porque no daba más de sí.  Nos sonaba raro a los que le conocemos bien, la cosa era, que tenía un as bajo la manga. Que no pudiera seguir el ritmo del curso no quería decir que fuera a dejar de estudiar, de hecho, ha seguido estos meses por su cuenta y a día de hoy ha codificado una página web desde 0 para la clínica de mi tío que le ha quedado como si la hubiera hecho un profesional.
Aquí el enlace para curiosos:
A parte de para fardar de él hoy, ya que es el día del padre y queda que ni pintado, escribo porque en los últimos meses ha estado un poco triste, la casa se le ha caído un poco encima y ese ordenador aunque le ha sacado mucho provecho se le ha convertido en su cueva de soledad. Son muchos los días que se pone a pensar que no va encontrar nada.
Ayer vi un video de un chico que hace humor pero que ayer se puso muy serio y decía que: si tu porqué es más grande que tu problema, da igual lo que te echen, que tú vas a poder con ello.
Siempre hay una luz al final del túnel que yo se que va a encontrar. Para mí esa luz sigue siendo todos esos días que tengo que madrugar y él ya está despierto desayunando mientras oye las noticias en la radio porque sé que lo sigue intentando, que esa cama quiere tirar de él y decirle: “no te levantes, total ¿para qué? “
Yo se que encontrará algo, no cualquier cosa además, sino algo en lo que se sienta realizado y contento, porque no me creo que haya gente por ahí sin un graduado ESO que trabajen y un Ingeniero de telecomunicaciones en proceso constante de reinvención se vaya a quedar toda la vida parado, me niego a creerme algo así. Costará lo que cueste pero lo encontrará.
Papá todo esto es una mierda, lo sé. Tú sabes la cara con la que me voy de casa por las mañanas porque yo también estoy hasta las narices de todo pero ¿Cuáles son mis porqués?
Mis porqués sois mamá, mi hermana y tú
Yo se que tú tienes los tuyos y que por eso sigues ahí dándole duro. Todos estamos juntos en esto es un proceso largo me lo dices todos los días. Yo todos estos años te he creído y por eso sigo con lo mío adelante. Así que tú créeme a mí


Dedicado a todos esos padres parados, que al igual que el mío, siguen en constante movimiento. Seguid fuertes, no hay mal eterno para una persona que tenga el espíritu de levantarse cada día y dar lo mejor de sí. Con esa mentalidad me han criado a mí, y por eso, aún siendo la persona más negativa del mundo, sigo teniendo fe.


jueves, 9 de marzo de 2017

El fenomeno Toy story

Solo hay 3 cosas infinitas en el universo: el universo, la estupidez humana y el desorden que puede almacenar una persona en su habitación. La última puede que no sea la más cierta de todas, aunque si es verdad que todos necesitamos eso, pues, detrás de esa descolocación nos manejamos bastante bien y sabemos al instante donde está todo. Son leyes universales el hecho de que la cama tiene el uso de un mueble escritorio durante el día, para poner todo aquello que nos da pereza colocar o aquello que necesitamos consultar de apuntes en el caso de los estudiantes. O incluso nuestra querida silla que sirve como frontera para la ropa, pues no entendemos de ropa limpia o sucia, sino de limpia al armario, sucia a lavar y aquella que pensamos volver a ponernos o que nos hemos quitado va derechita ahí.
Todas estas cosas funcionan muy bien hasta que aparece ese ser que lo cambia todo: las madres.
Las madres viven su vida en código binario, es decir, que solo ven dos posibilidades: limpio y sucio, ordenado y desordenado, bien y mal etc. Es por eso que en muchos casos tenemos esos malentendidos con ellas al llegar a buscar algo y darnos cuenta de que ha desaparecido. Se siente uno muy confuso, esa sensación de que si ordenan tu caos van a descolocar tu vida. Frase que nosotros transmitimos a nuestra madre con un: “deja todo como lo he dejado yo”
A pesar de las quejas no podemos tampoco quejarnos demasiado, ya que siempre que les pedimos que nos hagan acceder a algo que han guardado ellas son una base de datos perfecta. Capaces de encontrar aquel disfraz de Halloween que hace años que no usas o “esa cosa ya sabes la que es pequeña y de tal color que uso para eso” por vaga que sea la descripción haciendo un esfuerzo logran entendernos.
Pero…. ¿Qué pasa cuando desaparece algo y ellas no saben dónde está porque no han tocado nada?
Esto amigos, es lo que se conoce como “El fenómeno Toy story”. Y es que al igual que la película, a veces da la sensación de que nuestras cosas cobran vida mientras no estamos. Conocen nuestro horario y cuando llegamos a la hora estipulada todo está en su sitio, sin embargo, cuando vuelves sin avisar con una prisa terrible a buscar algo cuesta encontrarlo en los lugares más comunes.
Las cosas pequeñas son las que parecen más ágiles y predispuestas a perderse, tales como pendrives, gomas de borrar, guantes, la grapadora, libros etc. Es increíble la cantidad de veces que acaban en el suelo o en el fondo de cajones que casi nunca usamos, le da a uno que pensar y es que laos pobres deben de tener frío y buscan estar en lugares cerrados.
En otras ocasiones se dan sucesos asombrosos en frente de nuestras narices con objetos kamikazes o paracaidistas que suelen estar relacionados directamente con el daño físico. Me refiero a cosas como chinchetas o clavos, estas cosas curiosamente a diferencia de la ley de Murphy no caen hacia abajo por el lado del pincho sino que prefieren poner la punta en posición de ataque para que alguna noche con la luz apagada y en el peor momento nos llevemos un buen susto. Eso cuando aparecen, pues en otros casos pueden pasarse a otra dimensión. Explicaré una historia mía en concreto para que veáis a que me refiero:
Me encontraba un día corriente entre semana preparando una placa para la universidad en la que tenía que poner un montón de componentes, todos ellos bastante pequeños, esto es importante; de manera que estaba en mi silla de escritorio listo para colocar otro cuando este infeliz resbalo de mis manos y cayó al suelo en frente mía, sin embargo…. Al agacharme….había desaparecido. Peiné el perímetro como si fuera un radar y no vi nada…hasta que moví la silla y vi que se encontraba justo debajo. El objeto había caído y en un rebote perfecto se había desplazado 20 cm hacia atrás (cualquiera pensaría que estaba intentando huir de mí).
En fin, con esto habrá gente que siga sin creer, pero ¿qué otra cosa buscaban los juguetes de la película de pixar?
Cariño y amigos. Esa es otra de las cosas de las que me doy cuenta que mis objetos necesitan y es que en cuanto me doy la vuelta intentan socializar, es por eso que muchos de ellos los encuentro en el cuarto de mi hermana  tratando de hacer nuevas amistades en la otra frontera de la casa ¿Qué otra explicación podría haber si no?
Lo cierto es que esto es lo que te hacen creer siempre las personas que tocan tus cosas, pues todos tenemos mala memoria organizativa y sabemos dónde está algo para cogerlo, pero al soltarlo no nos importa dejarlo en cualquier parte. Estas son las pequeñas locuras que vive uno cada día y con las que se puede uno volver loco en ciertas ocasiones.
PD: llaves, si os vais a mover algún día de mi escritorio…mandarme un whatsapp. Más que nada para evitarnos sustos innecesarios.
Ya sabéis como son las llaves. Siempre buscando donde meterla.
¿Qué otros objetos tenéis que parezca que tienen vida propia y nunca aparecen donde los dejáis?