5,4,3,2,1….suena el pitido final y la afición estalla de
júbilo, esta noche es fiesta en la capital de España, el Atlético de Madrid se
ha clasificado para las semifinales de la Champions League de nuevo el milagro
de David volvió a quedar reflejado, no son pocos y a los que se están viendo en
estos últimos años y más sobretodo en estos meses, al otro lado del canal de la
mancha un sencillo italiano le decía hace tiempo a sus muchachos: “ venga que
si dejáis la portería a cero os invito a una pizza” a priori parece un equipo
de barrio de chavales que esperan darse una alegría el fin de semana entre
clases y exámenes, pero nada más lejos de la realidad se trata de un equipo de
la primera división de Inglaterra, un equipo que hace un año sudaba por
mantener la categoría y que en cambio ahora están a unas semanas de convertirse
en campeones, pasando por todas las dificultades, volando sobre los adinerados,
sobre las grandes estrellas; desde que empecé el blog no he hecho ninguna
entrada de fútbol en particular, si que he aludido a él en numerosas metáforas
o para enumerar ciertos hechos que me parecían destacables y hoy no voy a ser
menos no vengo a contar las estadísticas de estos clubs ni a hablar de
jugadores ni del mercado de fichajes, para eso hay gente con muchos más
conocimientos que yo que seguro que le daría más profundidad y veracidad al
tema, yo en cambio solo quiero hablar de la superación y de cómo las ganas
vencen al talento y el ímpetu a la magia o más concretamente como ese ímpetu es
el que la genera. Esta semana dos días hace ya también se clasificó el Madrid
en una remontada insólita y nunca vista, digo esto porque personas como yo que
no tenemos mucho recorrido no hemos podido ver las grandes gestas del siglo
pasado, en ambos partidos hay una cosa común que fue mencionada nada más acabar
los encuentros: “los que ganaron corrieron mucho más que sus rivales” a veces
las cosas son así de simples, no hacen falta tiros, ni regates, ni siquiera el
tópico de la posesión que en ocasiones es como un pene, te da igual lo larga
que sea si no sabes cómo usarla, la palabra que definiría todo lo que estoy
contando es: HAMBRE, y no, no quiero decir que esos chicos de Leicester
defendieran como animales solo por un par de trozos de peperoni con queso, nada
más lejos, me refiero al hambre del triunfo, el de ser reconocido, que la gente
valore lo que haces y seas un ejemplo a seguir; esa gente tiene eso, hoy como
madridista por raro que parezca no vengo a alabar a mi equipo, esta semana
jugaron muy bien pero antes que madridista soy aficionado al fútbol y hablando
desde la objetividad cuando ves jugar a equipos como el Atleti o el propio
Leicester City te da ganas de madrugar al día siguiente de ser un poco como
ellos.
Por mi horario me es difícil llegar a la hora de comer a
casa para ver los deportes pero los pocos días que llego me sigue sorprendiendo
las imágenes de esos jugadores endiosados que llegan al campo a entrenar y al
ver a toda la gente que lleva horas para sacarse una foto con ellos o que les
firmen un autógrafo, en vez de pararse, aceleran, la escena es digna de los san
fermines, solo que en vez de hacerlo con toros lo hacen con coches deportivos
que cuestan más que las casas de los propios aficionados, y aún así todas esas
personas sacan tiempo y dinero para ir a verles lo hagan bien o mal.
En fin, lejos de mi tectónica alegre y desenfadada creo que
hoy he dejado aflorar cierta rabia sobre una de las cosas que me rondaba la
cabeza, creo que está muy bien ver cuando el esfuerzo da sus frutos, es de
buena persona alegrarse por ello aunque sea por los rivales, en cambio, me
molesta mucho toda esa gente que se queja de todas las injusticias cuando las
cosas no van tan mal por el simple hecho de que quieren optar a un poquito más,
para que se entienda mejor contaré una historia en la que me vi envuelto hace
años, estaba con un amigo en clase cuando repartieron las notas de un examen,
yo estaba super inquieto había estudiado muchísimo y sabía que la cosa iba a ir
muy justa al ver el examen una desilusión tremenda un 4 tanto trabajo para
nada, a esto que veo a mi amigo con mala cara maldiciendo en voz baja tras
hablar con el profesor, al preguntarle con un cabreo tremendo durante un buen
rato me estuvo contando lo injusto que era que sacando un 9,5 le pusieran de
nota final un 9 en lugar de un 10, después de 5 minutos hablando de su
“problema” dijo: oye, ¿y tu que tal? Al enterarse de mi dilema hizo lo que toda
persona habría hecho….. decir lo injusto que era todo y aprovechar para volver
a encauzar con su problema del 10 momento en el que aproveché para irme a la
francesa por no soltar alguna bordería .
Así que sin ya marcharme más del tema, mis felicitaciones a
esos modestos que sin esperar el confeti y las luces del oropel siguen
trabajando por sus metas, siendo estas el objetivo principal y no el medio para
acceder a otras cosas más turbias.
Y a los que siguen quejándose, desearles un poco de espíritu
y ganas porque sin ellas no van a llegar muy lejos, y si hay que sudar la
camiseta pues se suda que yo creo que con 10 millones de euros da para tener
una lavadora “decentilla” en casa con la que quitarle las manchas.
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