El ser humano lleva décadas buscando el test definitivo de
inteligencia para medir diferentes parámetros. Sin embargo, ha hecho falta una
pandemia global para que todos esos intentos queden en vano, pues, solo con
observar alrededor se pueden detectar a todas las personas de coeficiente
mental reducido o hablando en claro: a los gilipollas integrales.
Hay mucha gente que vale oro y que hace pequeños gestos que
aunque no son valorados como se merecen, marcan la diferencia: ese vecino que
hace la compra a las personas mayores de su bloque, esa persona que cuida a los
hijos de los que tienen que seguir trabajando, esos empleados de supermercado
que te sonríen y dan un trato educado (aunque estén muertos de miedo por dentro
de si ese será el día en el que enfermen) o simplemente cualquiera de nosotros
que guarda la distancia de seguridad y se desinfecta a menudo, que puede
parecer lo más tonto del mundo, pero si yo no me contagio, ayudo a que la gente
de mi entorno no lo haga.
A pesar de este gran paso adelante cada día creo que vamos
dos hacia atrás. Estas son algunas de las observaciones que confirman mi
teoría:
1. El ser humano (y sobretodo el español) es
un ser tramposo: ya desde el primer
día de confinamiento apareció gente paseando que decía: “uupps, yo pensaba que
el confinamiento empezaba el lunes” y seguro que alguno usó la misma excusa una
semana después diciendo que pensaba que empezaba el primer domingo de abril.
Así como eso, tenemos a los paseadores de perros falsos, de gallos, aquel que
se daba la vuelta al barrio con una barra de pan en mano, como si se tratara de
una orden militar, o las personas que aprovechan y salen 7 veces por día a
comprar y a pasear al perro.
2. A día de hoy muchos llevan la mascarilla
como complemento: si ya es malo salir sin mascarilla ni guantes (cosa que
puedo medio entender ya que escasean gravemente), el hecho de tenerla y darle
un mal uso es que hace que me hierva la sangre. Gente con la mascarilla en la
calle que se la quita al entrar al mercado, los que se la ponen en la barbilla,
los que dejan la nariz al aire, los que la manipulan por dentro y por fuera
después de tocar de todo en la calle, los que se la ponen de sombrero (si te
gusta travestirte de pirata lo haces en tu casa).
Uno de los ejemplos más claros lo vi hace
días en un vídeo de un reportero de las noticias de Telecinco: al chico le
habían mandado como corresponsal al hospital improvisado del IFEMA en Madrid,
donde estaban usando una nueva herramienta para detectar posibles enfermos. Se
trataba de una cámara que medía la temperatura corporal al pasar por su radio
de acción y si superabas los 37, 5º C, ya no te dejaban salir. Obviamente, para
demostrar su eficacia, el reportero pasó por delante de ella para mostrarnos su
funcionamiento. Para su sorpresa, la mía y la de sus familiares, que imagino (y
espero) que no le vieron regresar a casa, el chico marcó 38º C, a lo que
respondió con un “es que me he puesto nervioso”. Ya…. Cuando vuelvas a casa
pones una mascarilla en la chimenea para cuando venga Papa Noel, a ver si te
crees que hemos nacido ayer. Y, ¿adivinan que es lo más divertido de todo esto?
Efectivamente, el chico llevaba una
mascarilla…completamente bajada. Te vas a uno de los focos más infecciosos de
Madrid con esa soberbia, pues así pasa. Y lo peor es que cosa que se ve por
televisión es más susceptible de copiarse.
INCISO: se le hicieron pruebas al día siguiente y
tenía temperatura normal, parece ser que fue culpa de un foco, de todas formas,
estoy seguro de que otro día conectarán con él y seguirá con la mascarilla
quitada. Este susto debería servirle de aviso.
3. Mucha gente está desesperada por volver a
su vida normal: obviamente yo creo que todos, yo el primero, queremos que
esto acabe y volver a nuestra rutina, a la seguridad de pasear, de saludar a
alguien, de ir a un restaurante y estar tranquilos de que no pase nada. Mientras
eso no pase, tocará estar encerrados o ir saliendo pero, con ciertas
precauciones. En cambio, hay mucha gente que una vez se levante el
confinamiento está deseosa de recuperar todos sus viejos hábitos y cito TODOS.
Hace una semana en un diario deportivo
apareció una encuesta que preguntaba: “una vez se levante el confinamiento, ¿volverás
a ir a los estadios?”
a)
Si, inmediatamente
b)
Solo si es con restricción de un tercio del
aforo
c)
No, hasta que haya una vacuna
Increíblemente, un 25% respondió
que volverían inmediatamente. Después de ver lo peligrosas que son las
multitudes y de intuirse que, aunque acabe el confinamiento, el virus seguirá
con nosotros y habrá que ser cautos, el 25% si mañana pudiese salir a la calle
se metería en un estadio con 80000 personas, con lo que eso conllevaría…reiniciar
el proceso y el colapso total.
4. Televisiones compradas: hace como 10
días me parece, cuando el número de fallecidos bajó significativamente, creo
que de unos 700 a 600, en el telediario de la noche, Matías Prats dijo algo así
(no recuerdo las palabras exactas pero lo importante va en mayúsculas): “Abrimos
con una buena noticia y es que el número de fallecidos hoy ha sido de SOLO 500”.
A ver si lo entiendo, llevamos años preocupándonos por el lenguaje inclusivo
que si ellos, ellas, elles, seres de luz y derivados, pero se habla de SOLO
como si fuera algo sin importancia, seguro que los familiares de esas
TANTÍSIMAS personas, porque 500 fallecidos en un día ES UN NÚMERO ENORME QUE NO
MERECE SER MENOSPRECIADO BAJO NINGUNA CIRCUNSTANCIA estaban revolviéndose en
sus casas. Hoy en: “Aprende con Toni”, veremos otros ejemplos donde el “solo”,
aunque está bien usado a nivel de construcción de frase no debe usarse ya que
carece de sentido:
-
Un mileurista que tras un ERE en su empresa le
dice a su mujer: “cariño buenas noticias no me han despedido SOLO me han
quitado el 90% del sueldo”
Enhorabuena, tienes un trabajo…con el que
se están riendo de ti y te vas a morir de hambre.
-
“Fue un crimen atroz, aunque no fue tan malo, SOLO
le metieron 185 puñaladas”
Vamos, que igual si llegas antes se salva
¿no? En fin.
-
¡Salta! SOLO hay una caída de 200 metros.
¿Qué son 200 metros para el ser humano
promedio? Baaah, minucias.
-
Mira, este bolso está regalado, antes costaba 1
millón de euros, pero ahora SOLO cuesta 700000 euros (le dice la mujer de, por
ejemplo, Cristiano Ronaldo a una vecina que viene de pedir ayuda en la
parroquia).
Imagino que con esto habrá quedado claro.
Por otro lado, hace un par de días en Telecinco hablaron de
un estudio que decía que si el confinamiento se hubiese hecho una semana después
tendríamos medio millón de contagiados más, la mala noticia, una pequeña
minucia sin importancia, es que si se hubiese hecho una semana antes tendríamos
SOLO un 60% menos de contagiados.
Aquí sucede a la inversa, lo vendían como si fuera una
glipollez, que el hecho de haberlo hecho una semana antes no habría cambiado
nada. Cuando con un 60% menos, igual estaríamos hablando de que a día de hoy se
habrían salvado 15000 personas, y eso es mucha felicidad para gente que ahora
mismo lo estará pasando fatal.
A parte de esto ya ni mencionar que seguimos sin
mascarillas, que no están haciendo test a nadie (salvo a Irene Montero, que ha
debido de comprar la industria entera), que se cierran redes sociales de
prestigio cuando crece el rechazo al gobierno, el hecho de vendernos solo lo
bueno como que somos el país con más gente recuperada (siendo el país con más
infectados en relación al número de habitantes del país, es lo más normal) y
enmascarar lo demás, etc. Son cosas para estar muy enfadado y tener al menos la
posibilidad de protestar.
5. Hipocresía: cuando empezó el aplauso a
sanitarios y demás personal que sigue al pie del cañón, yo pensaba que iba a
ser cosa de un día, que iba a ser imposible en un país como este, en el que nos
avergüenza escuchar el himno y que cuando ves un minuto de silencio en los
estadios dura 30 o 45 segundos, que esto durase todo el mes. En cambio, así lo
ha hecho, pero al igual que esos asesinos que siempre saludan a los vecinos de
su bloque y que parecen muy majos, es todo fachada o al menos en ciertos casos.
Esta semana se ha visto mucha gente que repudia con cartas anónimas, pintadas,
etc, a todos estos profesionales para que abandonen sus domicilios y así no se
contagien. Yo eso he podido verlo en tercera persona, pues la tía de mi novia
es doctora y ha visto en su bloque gente en el tendedero comunitario charlando
a la respectiva distancia de seguridad y en el momento que ella aparecía la
gente no le daba ni los buenos días, agachaban la cabeza, le echaban una mirada
de desprecio o se iban. No te digo que los abraces, les des dos besos o beses
el suelo por el que pisan. Simplemente un “buenos días” con una sonrisa o un “¿cómo
estás?” son suficiente. Fabrícate una mascarilla, mantén una adecuada distancia
de seguridad y así podrás mantener la educación.
Por supuesto, esta gente estaba puntual a
las 20:00 para aplaudir.
En fin, seguro que me dejo más cosas, pero
estas son algunas de las más importantes que he vislumbrado a lo largo de este
mes. Como siempre, desear lo mejor a vuestros seres queridos y que ojalá en
breve podamos ir retomando la normalidad, aunque sea pasito a pasito.