Blanco y negro, norte y sur, el yin y el yang, símbolos de
dualidad o como decía la tercera ley de Newton: toda fuerza tiene otra
equivalente en sentido contrario (acción-reacción). Esas dos fuerzas dentro del
ser humano es lo que se traduce como el bien y el mal; por un lado, el ángel
esa voz que nos motiva, que nos impulsa a superarnos, una voz inocente y
confiada siempre dispuesto a probar a lanzarse a lo que venga sin preguntas, es
como un niño ; por el otro lado el diablo, la experiencia, la voz que dice lo
que merece la pena o no, la que se rinde, la vigilante, la que busca la
venganza y el castigo cuando ve que nos atacan, la que desprecia aquello que
nos hace daño o nos incomoda, esta es más como un sabio viejo.
Estas dos silenciosas voces aparecen en nuestra soledad pero
¿Cuál es la voz de la razón?, hay una frase que dice: “si dices que puedes,
tendrás razón y si dices que no puedes también vas a llevar razón” esto es una forma de decir que la razón la va
a llevar aquella voz a la que hagamos caso, inicialmente ambas tienen un mismo
peso y ninguna tiene una influencia demasiado remarcada en nuestras vidas…. Hasta
que empezamos a vivir.
Cada reto cada momento y experiencia nueva como caída del
cielo la vivimos con la ilusión de aquel niño que abre un regalo de cumpleaños
sin saber que va a encontrar pero con la esperanza de que será algo que le
gustará, todo es emoción y júbilo hasta que en algún momento de la vida caemos
en las arenas movedizas. Hay una parte en la película de “Equipo a la fuerza”
donde keanu reeves expresa muy bien esto que quiero decir la frase es esta:
“Estás jugando y crees que todo te está yendo bien, pero
entonces algo te sale mal y luego otra cosa, y otra, intentas luchar contra
ello, pero cuanto más luchas más te hundes, hasta que no puedes moverte, no
puedes respirar, porque estás metido hasta el cuello”
Todas esas derrotas son las que hacen que la figura de
nuestro ángel se empequeñezca a la par que da fuerza a ese demonio hasta que se
ve tan poderoso que encarcela a este primero para gobernarnos con mano de
hierro.
Sabemos cuando esto pasa, es ese momento en el que en
nuestra cabeza solo se oye: “eso no se te da bien, esto te viene grande, tira
la toalla, no merece la pena, no puedes hacerlo, todas las veces hasta ahora
que lo intentaste fracasaste ¿por qué iba a ser ahora diferente?”
Este lastre que ha ido creciendo gracias a nosotros y a las
opiniones destructivas de los demás a las que hemos dado valor hace que la voz
buena tenga que chillar desde su celda en el fondo de nuestras entrañas, pero
por desgracia en ocasiones solo la oímos susurrar.
El filósofo Friedrich Nietzsche defendía que había que matar
a Dios para liberar al superhombre, no voy a entrar en debates sobre la
existencia o no existencia de Dios porque no es de lo que quiero hablar aquí,
aunque sí me parece relevante este postulado del señor al que ahora llamaré
Federico Nicolás, más que nada porque creo que no hay nada más español que
escurrir el bulto y cargarle las culpas a otro. La única cosa a la que habría
que matar, metafóricamente hablando son aquellas cosas que nos estorban u
obstaculizan para conseguir las cosas que queremos.
En los 22 años de mi aún corta existencia me he dado cuenta
de que es casi imposible hacer callar a esa voz mala, pero que no hace falta,
cuando peor están las cosas si uno sigue avanzando si uno se sigue moviendo por
poquito a poco que sean las cosas vuelven a su cauce y van prosperando, y
cuando eso sucede aparece un sentimiento hasta ahora desconocido, ese ángel
bueno e inocente nos hace experimentar rabia, una ira sana que se traduce en
una pregunta: ¿de verdad vas a permitir
que te digan lo que eres y no eres capaz de hacer?
Este es el instante clave, en el que si decides hacer caso a
esa voz silenciosa que descansa triste y encerrada en ti, cambiará tu vida, cuando
analizas en frío donde te encuentras y de donde partías es ahí donde se ve todo
el camino andado lo bien que en el fondo van las cosas en comparación de cómo las
pintas y también el camino que queda por recorrer que suele ser mucho y se
esconde detrás de cruzar infinitas veces el horizonte.
Sé que esta semana he estado bastante más filosófico de la
cuenta pero después de que hace unas semanas viera a una persona pasar del
mayor estado de euforia a la más absoluta negatividad y decepción me hizo
pensar que tendría en su cabeza para tener una imagen tan esperpéntica de todo
y qué demonios le estarían atormentando.
Sea del modo que sea y por difíciles que parezcan siempre las
cosas, cuando te lanzas con todo tu ser hacia ellas, sin descanso, salgan bien
o salgan mal, al final del día si sabes que has cumplido, las dos voces desaparecen,
así sí que se puede descansar por las noches.
Así que la próxima vez que algo dentro de ti diga a gritos
que no puedes, quédate en silencio y escucha el susurro que se escucha de
fondo, lo más seguro es que lleve la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario