sábado, 12 de marzo de 2016

La voz de la razón: ángel vs demonio

Blanco y negro, norte y sur, el yin y el yang, símbolos de dualidad o como decía la tercera ley de Newton: toda fuerza tiene otra equivalente en sentido contrario (acción-reacción). Esas dos fuerzas dentro del ser humano es lo que se traduce como el bien y el mal; por un lado, el ángel esa voz que nos motiva, que nos impulsa a superarnos, una voz inocente y confiada siempre dispuesto a probar a lanzarse a lo que venga sin preguntas, es como un niño ; por el otro lado el diablo, la experiencia, la voz que dice lo que merece la pena o no, la que se rinde, la vigilante, la que busca la venganza y el castigo cuando ve que nos atacan, la que desprecia aquello que nos hace daño o nos incomoda, esta es más como un sabio viejo.
Estas dos silenciosas voces aparecen en nuestra soledad pero ¿Cuál es la voz de la razón?, hay una frase que dice: “si dices que puedes, tendrás razón y si dices que no puedes también vas a llevar razón”  esto es una forma de decir que la razón la va a llevar aquella voz a la que hagamos caso, inicialmente ambas tienen un mismo peso y ninguna tiene una influencia demasiado remarcada en nuestras vidas…. Hasta que empezamos a vivir.
Cada reto cada momento y experiencia nueva como caída del cielo la vivimos con la ilusión de aquel niño que abre un regalo de cumpleaños sin saber que va a encontrar pero con la esperanza de que será algo que le gustará, todo es emoción y júbilo hasta que en algún momento de la vida caemos en las arenas movedizas. Hay una parte en la película de “Equipo a la fuerza” donde keanu reeves expresa muy bien esto que quiero decir la frase es esta:
“Estás jugando y crees que todo te está yendo bien, pero entonces algo te sale mal y luego otra cosa, y otra, intentas luchar contra ello, pero cuanto más luchas más te hundes, hasta que no puedes moverte, no puedes respirar, porque estás metido hasta el cuello”
Todas esas derrotas son las que hacen que la figura de nuestro ángel se empequeñezca a la par que da fuerza a ese demonio hasta que se ve tan poderoso que encarcela a este primero para gobernarnos con mano de hierro.
Sabemos cuando esto pasa, es ese momento en el que en nuestra cabeza solo se oye: “eso no se te da bien, esto te viene grande, tira la toalla, no merece la pena, no puedes hacerlo, todas las veces hasta ahora que lo intentaste fracasaste ¿por qué iba a ser ahora diferente?”
Este lastre que ha ido creciendo gracias a nosotros y a las opiniones destructivas de los demás a las que hemos dado valor hace que la voz buena tenga que chillar desde su celda en el fondo de nuestras entrañas, pero por desgracia en ocasiones solo la oímos susurrar.
El filósofo Friedrich Nietzsche defendía que había que matar a Dios para liberar al superhombre, no voy a entrar en debates sobre la existencia o no existencia de Dios porque no es de lo que quiero hablar aquí, aunque sí me parece relevante este postulado del señor al que ahora llamaré Federico Nicolás, más que nada porque creo que no hay nada más español que escurrir el bulto y cargarle las culpas a otro. La única cosa a la que habría que matar, metafóricamente hablando son aquellas cosas que nos estorban u obstaculizan para conseguir las cosas que queremos.
En los 22 años de mi aún corta existencia me he dado cuenta de que es casi imposible hacer callar a esa voz mala, pero que no hace falta, cuando peor están las cosas si uno sigue avanzando si uno se sigue moviendo por poquito a poco que sean las cosas vuelven a su cauce y van prosperando, y cuando eso sucede aparece un sentimiento hasta ahora desconocido, ese ángel bueno e inocente nos hace experimentar rabia, una ira sana que se traduce en una pregunta:  ¿de verdad vas a permitir que te digan lo que eres y no eres capaz de hacer?
Este es el instante clave, en el que si decides hacer caso a esa voz silenciosa que descansa triste y encerrada en ti, cambiará tu vida, cuando analizas en frío donde te encuentras y de donde partías es ahí donde se ve todo el camino andado lo bien que en el fondo van las cosas en comparación de cómo las pintas y también el camino que queda por recorrer que suele ser mucho y se esconde detrás de cruzar infinitas veces el horizonte.
Sé que esta semana he estado bastante más filosófico de la cuenta pero después de que hace unas semanas viera a una persona pasar del mayor estado de euforia a la más absoluta negatividad y decepción me hizo pensar que tendría en su cabeza para tener una imagen tan esperpéntica de todo y qué demonios le estarían atormentando.
Sea del modo que sea y por difíciles que parezcan siempre las cosas, cuando te lanzas con todo tu ser hacia ellas, sin descanso, salgan bien o salgan mal, al final del día si sabes que has cumplido, las dos voces desaparecen, así sí que se puede descansar por las noches.

Así que la próxima vez que algo dentro de ti diga a gritos que no puedes, quédate en silencio y escucha el susurro que se escucha de fondo, lo más seguro es que lleve la razón.

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